La hora de la verdad. Relojería

Sainete en un acto

Año de composición

1927

Autor del texto

Francisco Ramos de Castro, José Mesa Andrés y Manuel López Marín

Coautor

Enrique Estela Lluch

Plantilla instrumental

1+1.1.2.1 - 2.2.3.0 - Tim - perc - arp – cu

Partes de la obra

1. ("Don Román, qué sofocón..."). Tiriti, Segundo y Román)
2. ("El javón, el javón, el javón hijo de la java..."). Segundo, Tiriti, Doña Eme, Nieves, Román y todos los de escena
3. ("¡Qué espanto! ¡Qué infamia!..."!). Doña Eme, Tiriti, Don Baldomero y Segundo
4. ("Somos las que hemos elegido..."). Reina, verbeneras y verbeneros
5. ("Ven, Gabi, ven, Gabino, venga, vino..."). Baldomero y 4 tajadones
6. ("Piano, piano, piano, no apretéis..."). Segundo, una vieja y coro de caballeros con panderetas, castañuelas, rascadores y triángulos
7. [instrumental]
Final

Estreno

Espectáculo: Fiesta del sainete, organizada por la Asociación de la Prensa
Lugar: Teatro Apolo, Madrid
Fecha: 4 de junio de 1927
Intérpretes: Compañía del Teatro Apolo. Blanquita Suárez, Carmen Andrés, Selica Pérez Carpio, Jesús Navarro, Galleguito, Frontera y Lino Rodríguez
Director musical: Enrique Estela
Escenógrafo: Martínez Garí 

Comentarios

En el mismo espectáculo también se estrenó ¡Como los ojos de mi morena! y actuó Concha Piquer cantando cuplés de su repertorio.

Crítica
"Tres 'chicos' de la prensa, de probada gracia y fácil ingenio, han urdido un sainete de corte 'archinesco', donde la nota alegre, el chiste afortunado, la ingeniosa ocurrencia saltan en el jugoso diálogo, de una certera observación de la vida, destacándose de los trágicos tonos que envuelven a la protagonista. Guerrero y Estela han servido el sainete, escribiendo una partitura alegre y pimpante, en tiempo de chotis casi toda ella. Repitiéronse varios números, y los autores salieron varias veces a recibir los aplausos de la concurrencia..." [ABC, 6 de junio de 1927]

"No tiene ninguna de las excelencias de los grandes sainetes de los autores conocidos, y sí muchas tachas, en su plan totalmente equivocado, en las excesivas dimensiones de la acción y, lo que es peor, en la excesiva escabrosidad del asunto, que no es muy ejemplar que digamos. Si a esto se une el que la pieza no logra en casi ningún momento divertir al público y que la partitura tiene muy pocas novedades agradables, podremos decir que La hora de la verdad no logrará mucha vida en esos escenarios del género minúsculo, lo que nos satisface, pues con ello no pierden gran cosa los espectadores de buena fe:" [Fadrique. La Lectura Dominical, 18 de junio de 1927]